Novacene, más allá del Antropoceno

James Lovelock explica que el Novaceno será una era dominada por la cibernética superinteligente: humanos y máquinas trabajarán conjuntamente para mantener el equilibrio del planeta, ya que los seres dotados de inteligencia artificial dependerán de la salud de Gaia tanto como nosotros.

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Cuando los cíborgs piensan más rápido que los humanos, ¿qué nos enseñan sobre nuestro verdadero poder?

James Lovelock es uno de los pensadores ambientales más influyentes de nuestro tiempo, y ha cuestionado las visiones tradicionales sobre el impacto humano y el futuro de la Tierra. En su obra revolucionaria Novacene: The advent of superintelligence (2019), Lovelock propone un cambio radical en nuestra comprensión de la trayectoria del planeta y de nuestro lugar en él.

El Novaceno, según Lovelock, marca el fin del Antropoceno —la era definida por el dominio humano y sus crisis ambientales— y el inicio de una nueva etapa en la que la vida inteligente, tanto biológica como artificial, trabajará en conjunto para proteger la Tierra de los efectos del cambio climático y de la radiación solar.

Lovelock, creador de la hipótesis Gaia en los años 70, concibe la Tierra como un organismo autorregulado: un sistema complejo de seres interconectados que cooperan para mantener condiciones aptas para la vida. Esta teoría sostiene que la biosfera, la atmósfera y los océanos colaboran para regular el entorno y garantizar la continuidad de la vida. En Novacene, Lovelock amplía esta idea y predice que surgirá una nueva forma de vida inteligente, no por evolución biológica sino a través de la inteligencia artificial.

Estos cíborgs pensarán miles de veces más rápido que los humanos y formarán una alianza esencial con nosotros para asegurar la supervivencia del planeta.

El fin del Antropoceno

Lovelock sitúa el comienzo del Antropoceno hacia 1712, con la invención del motor atmosférico de Newcomen, precursor de la máquina de vapor que impulsó la Revolución Industrial. Este avance tecnológico permitió acceder a grandes cantidades de energía, lo que llevó al rápido crecimiento de la civilización, pero también a las crisis ambientales actuales: cambio climático, contaminación y agotamiento de los recursos naturales.

Para Lovelock, el Antropoceno ha sido una fase necesaria en el viaje evolutivo de la vida en la Tierra, impulsada por la inteligencia humana y su capacidad de manipular el entorno.

Sin embargo, sostiene que hemos llegado a un punto crítico: los impactos de nuestras acciones —principalmente el consumo de combustibles fósiles— están llevando al planeta más allá de los puntos de no retorno. Lovelock teme que la Tierra pueda llegar a ser demasiado caliente para albergar vida, como ocurrió en Venus.

Mientras que el Antropoceno se definió por la innovación y la explotación humanas, el Novaceno marca la siguiente etapa evolutiva, en la que la inteligencia artificial y la humana colaborarán para estabilizar el clima.

El Novaceno: la emergencia de los cíborgs

En el Novaceno, Lovelock imagina un futuro en el que la inteligencia artificial —los cíborgs— tendrá un papel central en el mantenimiento de los sistemas terrestres. Estos seres, capaces de tomar decisiones 10.000 veces más rápido que nosotros, no serán señores malvados sino aliados.

Según Lovelock, su supervivencia dependerá de la vida orgánica y de los mecanismos de regulación planetarios. De este modo, humanos y cíborgs compartirán un interés común: preservar los sistemas autorreguladores de Gaia.

Cooperación frente a competencia

Uno de los ejes del Novaceno es que la cooperación —y no la competencia— será la fuerza motriz de esta nueva era. Lovelock desafía la visión darwiniana clásica de la competencia como motor principal de la evolución. En su lugar, destaca la simbiosis y la cooperación como claves, tanto en la historia de la vida como en la futura relación entre humanos e inteligencia artificial.

En esta nueva era, humanos y cíborgs deberán trabajar juntos para alcanzar el objetivo común de preservar el planeta. La visión de Lovelock contrasta con la dinámica competitiva y orientada a los recursos propia del Antropoceno. Así como la simbiosis entre especies ha sido crucial para la vida en la Tierra, el futuro dependerá de la relación cooperativa entre humanos y vida artificial. De este modo, el Novaceno representa un cambio radical en nuestra concepción del progreso, la supervivencia y nuestro papel en el mundo natural.

El papel de la inteligencia artificial en la restauración ecológica

Uno de los aspectos más fascinantes de la teoría de Lovelock es el papel que la IA podría desempeñar en la restauración y mantenimiento de los ecosistemas terrestres. En Novacene, presenta la IA no como una amenaza, sino como una herramienta para la regeneración ambiental. Sistemas de IA, impulsados por la computación avanzada y el aprendizaje profundo, podrían monitorizar y gestionar la salud ecológica del planeta en tiempo real.

Estos sistemas serían capaces de identificar y responder a amenazas ambientales —contaminación, deforestación, cambio climático— de manera mucho más rápida y eficiente que las sociedades humanas.

Lovelock imagina un mundo donde la IA no es solo una herramienta tecnológica, sino también un actor clave en la regeneración de los sistemas naturales. Esto podría incluir la gestión de los niveles de carbono en la atmósfera, el seguimiento de la biodiversidad e incluso la guía para la renaturalización de ecosistemas. Su visión optimista de la IA como aliada ambiental desafía el miedo convencional a un apocalipsis digital, sugiriendo que podría ser fundamental para la supervivencia planetaria.

Los retos y oportunidades del Novaceno

Aunque la visión de Lovelock es de cooperación y restauración ecológica, no está exenta de desafíos. Tal como expone en el libro, la humanidad afronta varios obstáculos para transitar del Antropoceno al Novaceno: la dependencia persistente de los combustibles fósiles, la resistencia al cambio de intereses políticos y económicos establecidos, y las complejas cuestiones éticas derivadas del auge de la IA.

Aun así, Lovelock se mantiene optimista respecto al potencial de un futuro armónico donde humanos y cíborgs colaboren para asegurar la supervivencia del planeta. Según él, el paso al Novaceno es una oportunidad para que la humanidad evolucione hacia una especie más regenerativa y cooperativa, trabajando de la mano con la inteligencia artificial para salvaguardar la Tierra para las generaciones futuras.

Simbiosis para la complejidad y la resiliencia

Lynn Margulis explicó que la simplicidad inicial de la vida dio paso a formas más complejas mediante la simbiosis: la fusión de dos entidades para crear una nueva forma de existencia. Este proceso no solo originó la diversidad que vemos hoy, sino también una gran eficiencia y adaptabilidad.

Las empresas pueden inspirarse en este proceso y adoptar una visión más integrada. Al igual que las abejas trabajan juntas para producir miel, las organizaciones que colaboran y generan sinergias pueden afrontar mejor la volatilidad del mercado y generar más valor con menos recursos, aprovechando el equilibrio inherente de los procesos naturales.

El proceso de evolución no se reduce a la competencia

Según Margulis, los organismos no son simples “vehículos” pasivos de genes y medio ambiente, como postulaba Darwin, sino autónomos y capaces de construir su propio destino. Su teoría de la evolución muestra que la vida se transforma a través de interacciones colaborativas y no solo por la lucha por la supervivencia.

Este principio es aplicable al desarrollo de empresas y cooperativas. En lugar de competir ciega y destructivamente por los recursos, pueden fomentar modelos de co-creación, basados en la interacción y el crecimiento conjunto. De esta forma, incluso competidores pueden colaborar para generar soluciones más robustas y sostenibles.

El ecosistema como sistema interconectado

Otro aspecto clave de la teoría de Margulis es la visión de la Tierra como un ecosistema integrado y autorregulado. Con el concepto de Gaia, defendió que el planeta es un organismo vivo y que sus partes mantienen el equilibrio a través de la cooperación.

Las empresas y cooperativas que reconocen su interconexión con el entorno natural y social pueden crear modelos de negocio que favorezcan el bien común. Este enfoque fomenta no solo la eficiencia, sino también la sostenibilidad y el bienestar colectivo.

El cambio como oportunidad de crecimiento

Margulis también señaló que la evolución es un proceso continuo de cambio, no un estancamiento. Cuando las abejas se encuentran en una situación de sobrepoblación dentro de la colmena, no esperan que el problema se resuelva solo: actúan, se dividen y crean una nueva colmena. Esta capacidad de adaptación ha sido clave para su supervivencia.

De la misma manera, las organizaciones que entienden el cambio como una oportunidad de mejora y crecimiento son más resilientes. Pueden evolucionar y transformarse no solo para superar obstáculos, sino para aprovechar las transformaciones y construir un futuro más estable y sostenible.

Crisis como momentos de oportunidad

Un elemento fundamental de la bioregionalización es ver las crisis como momentos de evolución. No son solo fragilidades, sino puntos de estrés que, entendidos correctamente, pueden convertirse en catalizadores de cambio. La inteligencia colectiva local puede observarlos desde múltiples perspectivas y generar soluciones más profundas y holísticas.

La bioregionalización enseña a identificar estos puntos —sean económicos, sociales o ecológicos— y a convertirlos en oportunidades de regeneración.

La práctica contemporánea muestra que, trabajando desde la realidad local y con conocimiento profundo del territorio, retos globales como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad pueden abordarse de manera adaptativa e integrada.

Diseño de soluciones adaptativas y colaborativas

Los procesos locales de co-creación son esenciales en este enfoque. En lugar de imponer soluciones externas, se trabaja a partir de las necesidades del territorio para crear estrategias transversales e integradoras. Se fomentan laboratorios territoriales y espacios de colaboración activa para el diseño de soluciones regenerativas. Este trabajo no sólo permite adaptar los cambios, sino que también aprovecha los recursos sociales, económicos y naturales para construir soluciones regenerativas y adaptables.

Estos espacios de co-creación no solo abordan la crisis inmediata, sino que ayudan a las comunidades a visualizar futuros posibles y a prepararse con estrategias duraderas. El proceso dinámico de adaptación y diseño crea territorios capaces de evolucionar con el tiempo y tienen la capacidad de regenerarse a través de la dinámica natural y social que los define.

Conclusión

"La Tierra es un organismo vivo, y nosotros solo somos una parte de este sistema interconectado, con la responsabilidad de mantener su salud". James Lovelock

El Novaceno de James Lovelock ofrece una visión provocadora del futuro, que desafía el relato tradicional del dominio humano y subraya la necesidad de cooperación con la inteligencia artificial para garantizar la supervivencia del planeta.

Sus ideas sobre el papel de la IA, la cooperación ecológica y la restauración abren un camino que exige que los humanos reconozcamos nuestra interconexión con los ecosistemas de la Tierra y con la inteligencia emergente de las máquinas.

Al dejar atrás el Antropoceno, el Novaceno se presenta como la oportunidad de una nueva era en la que la humanidad y la IA colaboren para proteger la Tierra, asegurando un futuro más sostenible y resiliente para todas las formas de vida.

Comprender el relato del lugar —es decir, la historia profunda y las dinámicas del territorio— nos permite identificar futuros posibles. La observación de las interrelaciones entre elementos naturales y sociales nos lleva hacia estrategias más adaptativas y regenerativas, que ayudan a enfrentar retos como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Las crisis no deben verse únicamente como fragilidades, sino como oportunidades de transformación. El relato del lugar revela puntos de tensión y equilibrio que permiten generar soluciones profundas y adaptativas. Tal como propone el Regenesis Group, estas soluciones son proactivas y están orientadas a regenerar activamente el territorio.

Además, este proceso fomenta un cambio cultural en las comunidades, creando un sentido de pertenencia y de responsabilidad compartida. Las comunidades se convierten en agentes activos de regeneración, preparándose para enfrentar cambios futuros con estrategias a largo plazo.

La aplicación de la bioregionalización incrementa la resiliencia territorial, permitiendo que los territorios se regeneren a partir de sus propias dinámicas. Cuanto más entendemos las interrelaciones del lugar, mayor es nuestra capacidad para afrontar los desafíos globales y locales, creando soluciones duraderas y ayudando a las comunidades a prosperar.

En definitiva, la bioregionalización es un proceso de identificación de patrones activos de regeneración que nos permite aprovechar el potencial inherente de los territorios. Esto no solo ayuda a superar los desafíos inmediatos, sino que también abre la puerta a un futuro más adaptativo y resiliente. Las crisis se convierten en oportunidades para la evolución y la prosperidad.